La palabra pali mettà es un término de múltiples significados como amor benevolente, amigabilidad, buena voluntad, benevolencia, compañerismo, amistad, concordia, inocuidad y no-violencia. Los comentaristas Pali definen mettà como un fuerte anhelo por el bienestar y la felicidad de los otros (parahita-parasukha-kàmanà). Esencialmente mettà es una actitud altruista de amor y amigabilidad a diferencia de la mera amabilidad basada en el propio interés. A través de mettà uno deja de ser ofensivo y renuncia a todo tipo de rencor, resentimiento y animosidad, desarrollando, en cambio, una mente amistosa, servicial y benevolente que busca el bienestar y la felicidad de los demás. El verdadero mettà carece de interés personal. Evoca un afectuoso sentimiento de compañerismo, simpatía y amor, que con la práctica crece sin límites y supera toda barrera social, religiosa, racial, política y económica. Mettà es, en efecto, amor universal, desinteresado y todo-abarcador.
El Mettà Sutta está compuesto de tres partes, cada una de las cuales se enfoca en un aspecto distinto de mettà. La primera parte (líneas 3 a 10) cubre aquel aspecto que requiere de una minuciosa y sistemática aplicación del amor benevolente en la conducta diaria de uno. La segunda parte (líneas 11 a 20) alude al amor benevolente como una técnica diferente de meditación o cultura de la mente que conduce al samàdhi —consciencia superior inducida por la absorción. Y la tercera parte (líneas 21 a 40) subraya un compromiso total con la filosofía del amor universal y sus extensiones personales, sociales y empíricas —amor benevolente a través de todas las actividades corporales, verbales y mentales.
Mettà ha sido identificado como aquel factor específico que “madura” el mérito acumulado (puñña) adquirido a través de las diez vías para la adquisición de mérito (dasapuñña-kiriyavatthu)[1], como la práctica de generosidad, virtud, etc. Es mettà quien lleva a la madurez las diez exaltadas cualidades espirituales conocidas como “perfecciones” (pàramità)[2].
De este modo, la práctica de mettà puede asemejarse a plantar un gran árbol, desde el momento en que la semilla es sembrada hasta el momento en que el árbol está pesadamente cargado con deliciosas frutas y expande ampliamente su dulce aroma, atrayendo miríadas de criaturas hacia él para contentarse de su sabrosa y nutritiva generosidad. La germinación de la semilla y el crecimiento de la planta son ocasionados por la primera parte del sutta. En la segunda parte, el árbol, robusto y desarrollado, está totalmente cubierto con fragantes y bonitas flores, captando todas las miradas sobre sí.
Como modelo de conducta, el primer aspecto de mettà hace crecer nuestra vida como un árbol, provechosa, generosa y noble. Mettà, como meditación, genera ese florecimiento espiritual con el cual la vida entera de uno se vuelve una fuente de alegría para todos. La tercera parte contempla en esta imagen la fructificación de aquel proceso de desarrollo espiritual por medio del cual uno produce una aplicación ilimitada del amor espiritual que puede condicionar poderosamente a la sociedad en su conjunto y conducirnos a la cumbre de la realización trascendental.
La mente humana es como una mina que contiene una fuente inagotable de poder espiritual e insight[3]. Este inmenso potencial interno de mérito puede ser explotado en su totalidad solamente a través de la práctica de mettà, como es evidente en la descripción de mettà como aquella “fuerza maduradora” que madura los méritos inactivos. El Mangala Sutta dice que sólo después de que uno haya efectuado una elevada relación interpersonal (por la frecuentación de buena compañía, etc.), elige el entorno correcto para que los méritos del pasado fructifiquen. Este hallazgo de fruición es exactamente lo que hace mettà. La mera anulación de la mala compañía viviendo en un ambiente refinado no es suficiente; la mente tiene que ser cultivada a través de mettà. De ahí la alusión a la fructificación del mérito pasado.
El Karanìya Mettà Sutta
o
Himno del Amor Universal
Aquel que busca promover su bienestar, Habiendo vislumbrado el estado de perfecta paz, Debe ser hábil, honesto y justo, Apacible en lenguaje, dócil y sin orgullo. |
Contento, ha de ser fácil de sustentar, Con pocas obligaciones, y de vida simple. Tranquilos sus sentidos, que sea prudente, Y respetuoso, sin apego a familias. |
Además, debe refrenarse de toda acción Que de al sabio razón para reprobarle. (Entonces, que cultive el pensamiento:) Puedan todos estar bien y seguros, ¡Que todos los seres sean felices! |
Cualquiera de los seres vivientes que existan, Sin excepción, débiles o fuertes, Largos, grandes o medianos, O bajos, diminutos o voluminosos, |
Sean visibles o invisibles, Aquellos que viven lejos o cerca, Los nacidos y aquellos que buscan nacimiento. ¡Que todos los seres sean felices! |
Que nadie engañe o desprecie A su semejante en ningún lugar; Que nadie desee el mal al otro Por resentimiento o por odio. |
Así como con su propia vida Una madre protege del mal A su propio hijo, su único hijo, Desarrolla un corazón ilimitado Hacia todos los seres. |
Cultiva una mente de amor ilimitado A través de todo el universo, En toda su altura, profundidad y extensión, Amor que no encuentra obstáculos Y está más allá del odio o la enemistad. |
Ya sea parado, caminando, sentado o acostado, Siempre que estés despierto, Practica esta vigilancia con todas tus fuerzas: Éste es considerado el Estado Divino aquí. |
Ya no sosteniendo creencias erróneas, Con virtud y visión de lo fundamental, Y habiendo superado todo anhelo agradable, Nunca de un organo uno vuelve a nacer.
Texto extraído del libro “Metta: Filosofía y Práctica del Amor Universal” de Buddharakkhita Namasté. |