Ejercicio para evaluar y conocer a tu mente
Ejercicio para evaluar y conocer a tu mente

Ejercicio para evaluar y conocer a tu mente

Hasta que no seas capaz de comprender tu mente, serás como un extraño para ti mismo, no conocerás tu verdadero potencial. Podemos pasarnos muchos años intentando aprender la naturaleza de la mente, pero en realidad todo cuanto experimentamos es la mente. Lo cual no significa que los objetos externos también lo sean, sino que nuestras proyecciones de las experiencias son en sí mismas una parte de la mente.

La mente es muy versátil, es como un artista: crea confusión, ignorancia, y sufrimiento, así como un gran orden y una insuperable belleza. Proyecta toda clase de formas y apoya todos nuestros dramas interiores; puede manifestar la verdad absoluta y, al mismo tiempo, todos nuestros pensamientos y emociones.

La mente no es una cosa, ni muchas, ni algo en sí misma. Utilizamos diversas palabras para describir el alcance de la mente y hablar de su aparente funcionamiento; a veces la catalogamos de “conciencia” y otras de “mente”, pero cuanto más la investigamos y observamos, más compleja parece ser.

La mayoría de las interpretaciones de la mente son limitadas porque la relacionan con algún otro concepto: la mente es esto, la conciencia es aquello. Al intentar describir la mente el ego cataloga nuestras experiencias del mundo en unas determinadas formas, estructuras y descripciones.

Lo cual se convierte en unos patrones fijos que gobiernan nuestra existencia, al igual que el país está gobernado por una constitución. Sin embargo, son unos conceptos que se han superpuesto a la mente, no son la misma mente.

Como existe muy poca información sobre el funcionamiento interior de la mente, es difícil disponer de un cierto conocimiento exacto sobre ella. Podemos observarla en el sentido físico, en relación al cerebro y a una serie de patrones neurológicos.

O bien observarla intelectualmente, al interesarnos en cómo funcionan las percepciones a través de los sentidos físicos, o en cómo creamos los conceptos o tomamos las decisiones. Sin embargo, al investigar la mente desde un punto de vista meditativo vemos que es sólo el cerebro, ni el filtro de las percepciones, ni un conjunto de conceptos.

A través de la meditación podemos ir más allá de los significados y las categorías que le hemos asignado y experimentar directamente los niveles internos de la mente. Experimentarla como algo, vivo, sensible y luminoso: como la brillante luz del sol.

La conciencia, o simplemente la mente, tiene que ver con las sensaciones, las percepciones, las imágenes y las emociones, pero todos estos elementos no son más que fragmentos que al unirse no constituyen la mente por entero. La mente es mucho más que todo ello junto. La psicología budista afirma que existen más de cincuenta estados mentales y al menos ocho distintos estados de conciencia y, sin embargo, todos ellos forman sólo parte del nivel superficial de la mente.

Ejercicio

Mientras meditas y también en otros momentos del día puedes observar cómo funciona la mente. Al observarla detenidamente, advertirás cuando un estado desaparece y cuando otro surge.

1.- Percibe las sutiles vibraciones de una emoción qué se esta formando al surgir un pensamiento o capta el momento preciso en que tu mente empieza a interpretar y a evaluar las experiencias internas, asignándoles unas causas y unos nombres tales como presión o agrado, ira o amor.

2.- Cuando te sientas confundido, advierte la confusión. Observa, al igual que si estuvieras viendo una obra de teatro, cómo la corriente de pensamientos genera unos diálogos interiores que entran en evento unos con otros. No intentes manipular el fluir de los pensamientos ni cambiar la escena que se está desplegando en tu mente. Limítate a observarlos con interés, incluso profundamente, pero sin dejarte llevar por el impulso de reaccionar.

3.- Tal vez tu mente se ponga a pensar sobre la meditación preguntándose si está meditando “bien” o intente recordar unas determinadas instrucciones. Cuando esto te ocurra, advierte la tendencia de tu mente a fijarse en unas determinadas cosas que crean complicaciones e incertidumbres. Observa con calma tus pensamientos, sin anhelar que desaparezcan ni añadir ningún comentario al desarrollo mental que está teniendo lugar.

4.- Recuerda que los pensamientos son insustanciales y cambiantes, y que debes fomentar los productivos. Despréndete de los que te hacen sufrir prescindiblesmente. Transforma los pensamientos y los sentimientos más negativos en oportunidades para comprenderte mejor y cambiar. Incluso los pensamientos neuróticos que solían perturbarte con sus quejas y acusaciones surgen y desaparecen ahora sin alterar la ecuanimidad más profunda que has adquirido. Los pensamientos se convierten en tus aliados al contener una precisa información sobre tus percepciones y transmitirte cálidos pensamientos impregnados de suave concienciación.

Texto extraído del libro “Meditación tibetana” de Tarthang Tulku

Namasté.